Dewey Bozella ganó su primera y última pelea profesional el sábado, al vencer por decisión unánime en cuatro rounds a Larry Hopkins, en la antesala de la cartelera encabezada por Bernard Hopkins vs. Chad Dawson en el Staples Center de Los Angeles.
Los jueces dieron sus tarjetas a favor de Bozella 39-36, 38-37 y 38-36 al finalizar los cuatro episodios que vieron al peleador de 52 años de edad mejorar con cada asalto.
Bozella, que pasó 26 años en prisión acusado de un crimen que no cometió, y quien fuera liberado en el 2009, cumplió su sueño de pelear profesionalmente y dijo que sólo quería hacer una pelea y no empezar una carrera en el boxeo.
"Acostumbraba acostarme en mi celda y soñar que esto pasaba", dijo Bozella. "Resulta que todo eso valió la pena. Que mi sueño se hizo realidad".
"Esta fue mi primera y última pelea", afirmó Bozella, quien vive en la ciudad de Newburgh en el estado de Nueva York. "Este es asunto de jóvenes. Ya hice lo que quería, y estoy feliz. Agradezco a todos los que hicieron este posible. Esta ha sido una de las mejores experiencias de mi vida".
Flanqueado por su familia y amigos en el cuadrilátero, Bozella levantó los guantes cuando los jueces lo decretaron ganador.
En la prisión, alimentó su pasión por el boxeo en un gimnasio ubicado en un espacio usado previamente para ejecuciones, pero él transformó ese ring de boxeo en un trampolín hacia una nueva vida. Una vida de disciplina en medio del caos, un refugio de libertad dentro de las paredes de una prisión de máxima seguridad entre las cuales conoció al asesino de su hermano y lo perdonó por su crimen, en donde recibió un número de títulos incluyendo el diploma de escuela secundaria, el título universitario del Mercy College y un masters del New York Theological Seminary, y donde se transformó también en el campeón de peso semipesado de la Penitenciaría Sing Sing, un agridulce recordatorio de lo que su vida podría haber sido si su redención hubiese llegado más tempranamente en su vida.
Pero su redención llegó luego de que su caso fuese desestimado gracias a sus constantes pedidos de un nuevo juicio, en el que fue acompañado por un bufete de abogados que aceptó tomar su caso sin cargo. A pesar de las muchas evidencias que apoyaban su inocencia, se le pidió que firmara una admisión de culpa, y cuando se rehusó fue enviado nuevamente a la cárcel hasta que un nuevo procedimiento judicial respaldado por mayores evidencias de DNA y por un archivo policial encontrado de manera milagrosa finalmente convencieron al aparato legal imperante que una injusticia intolerable se estaba cometiendo.
El 28 de octubre del 2009 fue liberado de la prisión, abrió un gimnasio que debió cerrar por falta de fondos, y ahora ha dado comienzo a una fundación a fin de ayudarle a abrir un gimnasio de boxeo en Newburgh, New York, donde tiene pensado entrenar a jóvenes y mantenerlos alejados de la calle. Su historia digna de Hollywood llegó a oídos de ESPN, y en julio del 2011, en la ceremonia de los premios ESPY entregados por este canal televisivo, él recibió el premio Arthur Ashe al coraje, galardón que ya había sido recibido por Muhammad Ali, Pat Tillman y Nelson Mandela entre otros.